martes, septiembre 19, 2006

Reincidentes planta bandera en america latina ( Visita Argentina)


“En Europa la gente anda dormida”

La banda española apuesta a generar un puente entre la energía punk y el rock callejero radicalizado. Un mundo donde Bruce Springsteen y los Ramones pudieran ser complementarios.

No es casualidad que los Reincidentes eligieran hospedarse en el Bauen para su quinta visita a la Argentina. El tradicional hotel de Callao y Corrientes cerró sus puertas al público en diciembre del 2001 y no volvió abrirlas hasta junio del 2004, cuando los propios empleados tomaron el control de la empresa y, de la mano de una esforzada cooperativa, lograron recuperar más de 150 puestos de trabajo. “Venimos a instancia de nuestros amigos de A77aque, que conocen nuestra inquietud social y lo que nos gusta compartir experiencias con gente que esté trabajando en la autogestión”, explica Fernando Madina Pepper, bajista y voz líder del cuarteto español, mientras saborea una cerveza en el lobby del hotel. “Pero no te creas que estamos acostumbrados a esto. ¡Si siempre paramos de okupas o en hoteles de carretera! ¡Para nosotros esto es un lujo!”, lanza y se echa a reír con total desparpajo, casi con la soltura de un niño alegre. Y es que, más allá de su intimidante presencia (por los menos 1,90m de altura y alrededor de 80 kilogramos de peso), las carcajadas y ocurrencias sucesivas pronto dan la pauta de que se está frente a alguien que, antes que nada, disfruta de hacer reír a quienes lo rodean.

Surgidos a fines de los ‘80 luego de una protesta estudiantil en Sevilla, Andalucía (ver recuadro), los Reincidentes siempre se destacaron por ofrecer bastante más que un estricto rock político en la irregular escena española. Desde sus inicios, la obsesión del cuarteto (completan Manuel Pizarro en batería y Juan Rodríguez Barea y Finito de Badajoz en guitarras y voces) pasó por hallar el necesario puente entre la energía punk y rebelde, y el rock callejero y radicalizado. Un mundo donde Bruce Springsteen y los Ramones no fueran contradictorios sino complementarios. “Acá no se respeta mucho a Springsteen. Sin embargo, si hay alguien en este planeta que ha pateado carreteras, ése ha sido este señor. Porque él no iba en aviones hasta hace poco; iba por carreteras. Y yo creo que es un grande”, sentencia sin vueltas el bajista, tal vez sorprendiendo en este mismo instante a más de un punk rocker local demasiado pegado a filiaciones y etiquetas restrictivas.

Al respecto, Fernando opina: “No nos consideramos punks, ni rockers; no tenemos esas palabras que tienen aquí: que si soy rollinga, que si soy heavy. Nosotros hacemos rock’n’roll y punto. Y no entiendo por qué si tocamos Sheena Is a Punk Rocker (Ramones) la gente alucina, pero si hacemos Jumpin’ Jack Flash (Rolling Stones) puede haber pelea. ¡No entendemos ese sectarismo!”, se entristece Fernando. Y sentencia: “Esas dos bandas nos han marcado por igual a nosotros. Así como nos ha marcado AC/DC”. Por eso también la afinidad con A77aque: “Ellos tienen la virtud de decir: ‘Oye, ¿por qué no voy a poder hacer una balada y detrás meter una versión de Mötorhead?’ Saquémonos los miedos. Vamos a disfrutar de tocar. Y si un día haces una balada melosa, pues la haces y no pasa nada”.

Sin embargo, no todas son “críticas” de parte del vocalista (más bien lo contrario). Además de estar fascinado con el nuevo cine argentino (“en el último tiempo he visto algunas de las mejores películas de mi vida”, dice), a Fernando lo ilusiona cierto despertar que observa luego de la crisis. “Yo no sé qué se piensa aquí de Kirchner, pero nosotros vemos que en Latinoamérica pasa algo interesante en comparación con Europa. Allá lo único que nos preocupa es el precio de las hipotecas, la gasolina y no mucho más. La gente parece que anda dormida. Acá están con problemas mucho más acuciantes, como todas las cosas que sucedieron después de que se cayó el 1 a 1”, resalta. Eso sí: el cantante tiene algunos reparos con la modalidad populista dominante en la región. Pero concede: “Antropológicamente, el populismo me parece comprensible. No es tan exagerado como en los países árabes, con esos liderazgos tan fuertes que ya son como dioses. Hace poco me monté en un taxi en Venezuela y le dije al chofer: ‘Me encanta el chavismo, pero sin Chávez’. Y él me dijo: ‘No, es imposible’. Entonces, creo que el populismo que hay aquí a veces es necesario para que cambien las cosas”.

 

Fuente: Página 12   Por Juan Manuel Strassburger



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