lunes, octubre 02, 2006

Festival Pepsi Music Noche 9 - Dárgelos y Pity brillaron al frente de Babasónicos e Intoxicados


Así son las estrellas de rock. Pueden simular un baile frenético, moverse como poseídos por la pasarela del escenario sólo para provocar el grito histérico de las fans, o subir a tocar con lo primero que tienen a mano, para instalar la idea de que lo suyo es la música, que el vestuario es lo de menos y que si quieren rock, es suyo, ahí lo tienen. También están las otras estrellas, las sagradas, influyentes, que se subieron por primera vez a un escenario cuando la mayor parte de los 20 mil asistentes a la novena jornada del Pepsi Music ni siquiera había nacido.

El cielo está estrellado y antes de caer en comparaciones de dudoso valor poético, repasemos lo que sucedió temprano, previo a que Los Tipitos, Intoxicados y Babasónicos cerraran el escenario principal. En un tinglado se presentaron Eloísa López, Rosal y Fantasmagoría; en otro, los mexicanos de Belanova y Luchi Camorra, y en el restante, Lucas Marti y Adicta. El espacio principal se inauguró a las 16, con Hana, y a la banda liderada por Flor Ciliberti le siguieron Carca y Emmanuel Horvilleur.

Ya están Los Tipitos haciendo lo suyo (con la percusionista Andrea Alvarez como invitada), encarando un set bien festivalero, con hits radiales como "Algo" y "Brujería"; con su versión de "Mil horas", de Los Abuelos de la Nada, y con un final ingenioso e hilarante: la banda devenida en grupo de collas, encarando clásicos de acá y de allá como "Humo sobre el agua", "Fanky" y "Otro muerde el polvo", pero procesados por la música del Altiplano.

Mientras los técnicos ultiman detalles para el show de Intoxicados, cerca, en el segundo escenario, los viejos sabios de Virus suben como "bonus track". Impecables, desenfundan un puñado de clásicos como "Imágenes paganas", "El probador" y "Pronta entrega". Del lado del público, todos cantan, casi nadie supera los veinte y pico y un cuarentón emocionado recuerda que hace dos décadas estuvo en la presentación de Locura , uno de los álbumes de la banda.

Si más tarde Babasónicos ofrecería el show que todos esperaban, Intoxicados sorprendería primero con el que nadie había ido a ver. Reconvertida en una banda de funk, con tres vientos, percusión y el trío de guitarra, bajo y batería concentradísimo, ejecutando a la perfección el plan trazado, Pity y los suyos entregarían versiones distendidas de "Perra", "Fuego" y "Nunca quise", con guiños a "Superfly" y a los maestros del funk y del soul. Para el final, una versión de "Patinador sagrado", de Babasónicos, con Dárgelos como invitado. Pity devolvería la gentileza más tarde, incorporándose para "Deléctrico".

Grandes entretenedores

Es una fija, el día de Babasónicos el VIP explota y conseguir una bandejita de sushi puede convertirse en una misión imposible. Si hasta acá las caras famosas habían brillado por su ausencia, el sábado los paparazzi saciaron su sed con la vasta fauna que se congrega en los shows del sexteto. Entre sushi, empanadas, gaseosas y helados, desfilaron por el amplio VIP el jefe de gobierno porteño, Jorge Telerman; Mauricio Macri, Florencia de la V, María Laura Santillán, Claudia Albertario y los tenistas Chucho Acasuso y Juan Ignacio Chela.

Un set de dos horas con una treintena de canciones, la mayoría extraída de la trilogía Jessico , Infame y Anoche , era justo lo que la gente esperaba de Babasónicos. Y esos grandes entretenedores del rock local cumplieron. Entusiasmo, profesionalidad para sortear los imprevistos (Gabo no fue de la partida y, en su lugar, Carca tocó el bajo durante todo el concierto) y ese plus necesario para creer que la actuación a la que asistimos es diferente de todas las anteriores del grupo. Un ataque de epilepsia parece sorprender a Dárgelos: tranquilos, es sólo una estrella de rock extrayendo algo de magia de su galera. Pronto bajará la vista, la reposará sobre una chica que, contra el vallado, resiste con estoicismo la presión de la multitud y le guiñará su ojo derecho. ¿Que cómo lo hace? Revelar el secreto de un truco como ése es casi tan cruel como confesarle a un niño que Papá Noel no existe.

Sebastián Espósito Diario La Nacion

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